Error #1: Explicar el MRUA sin gráficos, sin movimiento y sin alma
Confesiones de un profe: la historia de cómo suspendían mis alumnos y qué hice para cambiarlo.
Cuando empecé a dar clase, yo era un purista. Un talibán de la tiza. Creía que mi trabajo era simple: dominar la materia y soltarla en la pizarra con una claridad meridiana. Y con el Movimiento Rectilíneo Uniformemente Acelerado (MRUA), lo tenía clarísimo. La clave era la fórmula.
La escribía en grande. La recuadraba. La explicaba término a término. "Esta 'x' es la posición final, esta 'v₀' es la velocidad con la que empieza...". Ellos copiaban. Asentían. Parecía que todo iba bien.
Y luego llegaba el examen. Y el desastre era total.
Suspendían. En masa. Y yo no entendía nada. ¿Pero si la fórmula estaba clara? ¿Si habíamos hecho veinte problemas en la pizarra?
El Error Garrafal: Confundir Explicar con Enseñar
Tardé en darme cuenta, pero mi error era de base. Un error garrafal que muchos cometemos con la mejor de las intenciones:
Mi error fue explicar sin mostrar. Pensar que entender la "aceleración" era simplemente saber que en la fórmula va acompañada de un `t²`. Creer que un ejercicio resuelto por mí en la pizarra era sinónimo de aprendizaje para ellos.
Yo no estaba enseñando física. Estaba enseñando a resolver un tipo de problema muy concreto. Les estaba dando un mapa del tesoro, pero no les estaba enseñando a orientarse. Si en el examen el mapa cambiaba un poco, se perdían.
La Cara de Póker Colectiva (y lo que escondía)
Empecé a fijarme en sus caras mientras explicaba. Y lo que vi me heló la sangre. No era aburrimiento. Era algo peor: resignación.
Vi la "cara de póker" del que se ha desconectado pero no quiere que se note. Vi el asentimiento automático, ese movimiento de cabeza que no significa "lo entiendo", sino "sigue, que ya me lo estudiaré de memoria en casa".
Estaban aprendiendo a imitar mis pasos, no a razonar por sí mismos. Y eso, profe, es lo más frustrante que hay.
El Día que Todo Cambió: "Vamos a Romperlo"
Un día, harto de la situación, decidí hacer algo diferente. Proyecté un simulador de MRUA en la pizarra. Uno muy simple. Un coche, un par de deslizadores para la velocidad inicial y la aceleración, y un botón de "Play".
Mis primeras palabras fueron: "Vale, vamos a romperlo."
Les dejé tocar. Les animé a poner la aceleración a tope. A ponerla en negativo. A lanzar el coche con velocidad inicial cero. Y de repente, la magia ocurrió.
- Podían VER la aceleración. Ya no era un número en una fórmula, era esa "fuerza" que empujaba al coche cada vez más rápido.
- Podían COMPARAR. "¿Qué pasa si la velocidad inicial es positiva pero la aceleración negativa?". Vieron al coche frenar, detenerse y volver hacia atrás. El concepto de vector cobró vida.
- Y sobre todo: podían EQUIVOCARSE sin consecuencias. Probaron escenarios absurdos. Se rieron. Y en medio de ese caos controlado, empezaron a hacer las preguntas correctas.
El Error no es la Fórmula. El Error es Pensar que Basta con Ella.
Ese día aprendí la lección más importante de mi carrera: la fórmula no es el punto de partida, es el punto de llegada. Es el resumen elegante de una experiencia.
Primero viene la intuición, el juego, el descubrimiento. Y luego, cuando el alumno ya ha "sentido" lo que es la aceleración, le muestras la fórmula y todo encaja. "Ah, claro", dicen, "el `t²` es porque cada segundo va más rápido".
Y si tú estás empezando, o si sientes que tus alumnos se desconectan como me pasaba a mí, quiero que sepas algo:
Este error, tú ya no tienes por qué cometerlo.
Dale a tus Alumnos las Herramientas para Descubrir
No necesitas abandonar las fórmulas. Necesitas darles vida. Con las herramientas adecuadas, puedes transformar la clase de cinemática en una experiencia de descubrimiento que no olvidarán.